La fatiga crónica, de causa desconocida, no es una enfermedad incapacitante ni degenerativa, pero puede dificultar bastante la práctica de actividades cotidianas, especialmente deportivas.

Se trata de un síndrome frecuente, de diagnóstico complejo y manejo terapéutico difícil. Es más común en personas de entre 40 y 60 años, especialmente mujeres y pacientes con fibromialgia, cuyos síntomas suelen ser:

• Fatiga severa que no mejora con el descanso.
• Dificultad para dormir.
• Malestar o dolor después de hacer algún esfuerzo físico o mental.
• Mareos.
• Problemas para concentrarse.

Su abordaje permite mejorar la calidad de vida de quien la padece. Para ello, es útil practicar ejercicios aeróbicos y estiramientos regularmente. También ayudan los masajes, la aplicación de calor, el manejo del estrés y los tratamientos médicos indicados por especialistas.

Además, la alimentación también puede ayudar en este sentido: consumiendo alimentos ricos en magnesio (que ayuda a la contracción/relajación muscular y a reducir el cansancio, la fatiga y el estrés); alimentos ricos en potasio, un nutriente de gran ayuda para la recuperación muscular; alimentos ricos en hierro, vitaminas del grupo B (B1, B6, B12) y ginseng. Algunas opciones son el aguacate, el plátano, las verduras de hoja verde, el chocolate negro, los frutos secos, las semillas, los huevos, el mate o la miel.

Así, combinando todos estos consejos, se consigue una mejoría importante de los síntomas y se gana en calidad de vida.