Aunque nos parezca que están muy lejos, la microbiota intestinal y el cerebro están en una continua comunicación bidireccional. Es tan importante esta comunicación que, en el artículo de hoy, nos gustaría explicaros cómo es la microbiota y su relación con el cerebro. 

Estamos todos segur@s de haber sentido en nuestra “barriga” sensaciones concretas por ciertos estados de ánimo y son tan reales que hasta tienen sus propias frases hechas: mariposas en el estómago o cuando sientes miedo (y esos retortijones que todos conocemos). Cuando una persona está ansiosa o bajo mucho estrés, el sistema digestivo siempre se resiente, bien puede tener dolores abdominales que no sabe ubicar, o su tránsito intestinal es más rápido o lento de lo habitual, otros sienten molestias gastrointestinales como gastritis, gases o una incómoda sensación de plenitud… y un sinfín más de ellos. 

 ¿Por qué ocurre esto?

Primero de todo, os explicaremos qué es la microbiota, aunque seguro que os suena. La microbiota es todo ese conjunto de microorganismos que habitan en nuestro tracto digestivo, principalmente, y que conviven en simbiosis con nosotros, es decir, nos beneficiamos mutuamente. Es prácticamente un órgano más en nosotros, un órgano externo que se desarrolla desde el momento en el que nacemos. La  microbiota se beneficia de una buena dieta y hábitos saludables que, si se mantienen, evidentemente nos benefician en múltiples aspectos. 

Pues bien, esta comunidad de microorganismos se comunica con nuestro cerebro por las neuronas que conectan con la pared intestinal (donde ellas habitan) y a través del nervio vago (su principal vía).

¿Qué funciones tiene la microbiota?

Ciertamente son muchos aspectos los que aún no se conocen de su funcionamiento, pero hay otros que son muy claros y que debemos conocer:

• Importante papel en el sistema inmunitario
• Importante papel metabólico
• Importante papel hormonal.

Vale muy bonito, pero ¿algo más claro? 

Por supuesto 😊 

Nos referimos a que una buena microbiota es sinónimo de una mayor protección, es decir, un buen sistema inmune, que nos protege de microorganismos extraños. No solo eso, tenemos que recordar que, los microorganismos que se hallan tienen funciones digestivas y nos ayudan a recuperar nutrientes y energía. Y esperad, una bien importante es cómo influyen en nuestro bienestar mental. 

Vamos a desarrollar un poquito más esta última. Las bacterias intestinales son responsables también de generar neurotransmisores, unas sustancias que se encargan de potenciar o inhibir las conexiones entre nuestras neuronas, como por ejemplo la famosa serotonina, conocida como la “molécula de la felicidad”. Niveles adecuados de serotonina evitan esos incómodos estados ansiosos o depresivos. Otro gran neurotransmisor favorecido por la microbiota es la dopamina, y esta nos encanta… la famosa protagonista en las emociones del enamoramiento y de comer algo que nos chifla. Pero ojo… es adictiva, ya que ésta se libera provocando un enorme placer y esto refuerza que sigamos haciendo eso que nos lo ha provocado. Así que, siempre hábitos sanos. Y, por último, os ponemos un ejemplo algo diferente. No todo es placer, también nos ayudan a protegernos ¿cómo?, gracias a la síntesis de noradrenalina ante una situación muy estresante, tanto física como mental: sesiones de entrenamientos extremas o situaciones que provocan un estrés emocional muy elevado. Entonces, la noradrenalina prepara a nuestro organismo para resistir esta situación, modulando la frecuencia cardíaca, preparándonos físicamente para la lucha (cosa que ahora no suele ser muy habitual) e incluso aumentando los niveles de oxígeno cerebrales, para un funcionamiento perfecto.

¿No es increíble? Vale la pena tener en cuenta la salud de nuestra microbiota y no descuidar tanto nuestra alimentación, como nuestra salud mental. 

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