La elección de nuestro calzado puede repercutir negativamente en la salud del aparato locomotor, especialmente si se trata de calzado que usamos muchas horas al día o en actividades deportivas.

A la hora de elegir zapatillas deportivas, nuestros pies son lo más importante y una elección correcta evitará lesiones y mejorará el rendimiento. La mayoría son cómodas al comprarlas, pero la verdadera prueba viene cuando practicamos deporte con ellas puestas, ya que han de adaptarse al estilo de pisar y la forma del pie.

Requisitos para elegir tus zapatillas deportivas

En general, una zapatilla adecuada tiene que permitirle al pie trabajar de forma natural y sin limitarlo, tiene que proteger de las agresiones externas del terreno (en función de cada superficie) y ser capaz de transmitir la información sensorial suficiente. Para ello, es recomendable hacer un estudio de la pisada con un profesional, probarnos las zapatillas tras haber caminado bastante, llevar el mismo calcetín que para practicar deporte y comprobar que podamos mover todos los dedos libremente.

Además, existe un calzado para cada deporte, con diferencias en el diseño, el material y el peso de las zapatillas, para proteger las partes del pie que encuentran mayor estrés en cada tipo de actividad.

En cuanto a elegir calzado para otras ocasiones, considera también que:

Los zapatos de tacón altos provocan problemas posturales, pueden generar un aumento del desgaste articular tanto en las rodillas como en los tobillos, hinchazón de piernas o varices. Lo máximo para evitar dolencias sería un tacón ancho de 4 cm, para que el peso corporal se reparta.

Los zapatos totalmente planos (tipo manoletinas o bailarinas), al tener una suela tan fina, tampoco son recomendables porque no protegen de las imperfecciones del terreno ni amortiguan, y suelen causar lesiones como la fascitis plantar, dolor en los talones, tobillos y gemelos, calambres, contracturas y tendinitis.

Y respecto al calzado laboral, ha de cumplir con los requisitos especiales que puedan necesitarse debido a la actividad en concreto. La permeabilidad y amortiguación del total del pie (especialmente del talón) en un calzado de seguridad es fundamental para la comodidad y prevención de lesiones en el trabajo.

Síndrome de las piernas cansadas

Además, en verano, las molestias en los pies y piernas aparecen con más frecuencia por una mayor insuficiencia en el retorno venoso de la circulación de la sangre, especialmente en mujeres mayores de 35 años. Para aliviar los síntomas habituales del síndrome de las piernas cansadas (pesadez, dolor, hinchazón, calambres, parestesia y aparición de varices) es necesario ducharnos con agua fría para favorecer la circulación venosa, evitar permanecer sentados o de pie durante largos periodos de tiempo, tener una vida activa y masajear la zona al menos dos veces al día en sentido ascendente ayudándonos de Aceite de magnesio. De forma tópica, este producto nos ayudará a mejorar el movimiento, a aliviar las molestias producidas por el calzado, a reducir la fatiga y al mantenimiento de los músculos y articulaciones.