Factores que afectan la eficacia de nuestro sistema inmunitario
Salud
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Factores que afectan la eficacia de nuestro sistema inmunitario

¿Por qué llevo una temporada que enfermo muy a menudo? ¿Por qué no acabo de sentirme al 100% desde hace tiempo? Existen factores que afectan la eficacia de nuestro sistema inmunitario. En este artículo daremos una pincelada a las causas más relevantes.

Dormir adecuada y suficientemente

Dormir bien no es una opción, es una necesidad y deberíamos adaptar nuestros horarios a un buen descanso. Es tan simple como comprender que deberíamos hacerlo, en la edad adulta, durante unas 7h y preferiblemente por la noche que es cuando nuestro organismo libera más cantidad de melatonina (hormona que induce al sueño).

La función que tiene el sueño es de desconectar de la interacción con el entorno y pasar a un modo de “reparación” del estrés diario, tanto físico como mental: reparación de tejidos, hormonas y la producción de anticuerpos  que mejoran nuestro sistema inmune. Es por tanto lógico entender, que tenemos que darnos ese tiempo de descanso para dar la posibilidad a realizar funciones que no se pueden realizar en otros momentos con la misma eficacia.

Psiconeuroinmunidad

Esta palabra hace referencia a la interacción de la conducta con el sistema inmunitario, es decir, como ciertas conductas estresantes, pueden influir en nuestra capacidad de defendernos ante las infecciones.

Estamos hechos para una cantidad e intensidad concreta de estímulos pero, cuando éstos sobrepasan o no llegan a lo normal, nuestro equilibrio inmunológico puede verse afectado. Sin duda, hay una relación entre nuestro Sistema Nervioso Central (SNC) (cerebro) y nuestro Sistema Inmune (SI). Por ejemplo, un estrés agudo y sostenido libera norepinefrina en exceso ya que nuestro Sistema Nervioso Simpático (sistema que se activa en situaciones de peligro) está estimulado por el estrés (amenaza) constantemente. La norepinefrina tiene la función de estimular el sistema inmune pero su exceso y síntesis continuada puede provocar lo contrario.

Alimentación

No podemos negar que la alimentación influye en la eficacia del sistema inmunológico. Ya de por sí, la obesidad, es un factor de riesgo relacionado con una mayor posibilidad de contraer infecciones al verse afectado nuestro cuerpo por posibles diabetes, dislipemias (colesterol o triglicéridos), hipertensión, etc.  Por lo tanto, vamos a centrarnos en lo lógico y dejar de lado las dietas de moda que en muchas ocasiones comprometen nuestra nutrición:

  • Vitamina C: frutas y verduras a diario.
  • Vitaminas del grupo B: cereales integrales, carnes, pescados, huevos, legumbres, verduras de hoja oscura.
  • Vitamina E: Germen de trigo, aceite de girasol, aceite de oliva, frutos secos y semillas.
  • Vitamina A: huevos y lácteos enteros y semidesnatados.
  • Antioxidantes: en frutas (gran cantidad en arándanos y tomates), verduras, alimentos de color amarillo y naranja (cúrcuma, zanahoria, papaya, sandía…) especias y raíces (gran cantidad en clavo), frutos secos y aceites ricos en vitamina E.

Pero en general, la dieta mediterránea y el evitar alimentos precocinados, nos aporta los necesarios antioxidantes a diario.

Actividad física

La actividad física adaptada a cada uno aporta beneficios innegables para el sistema inmunológico de las personas, ya que estamos hechos para movernos. Poner en marcha nuestro organismo provoca una serie de cambios internamente que nos protegen de infecciones.

Cuando hacemos ejercicio, el cuerpo eleva su temperatura como sucede con la fiebre. Al suceder un incremento de calor corporal, se impide en parte el crecimiento bacteriano. Por otro lado, una frecuencia respiratoria mayor facilita una mejor ventilación y eliminación de las bacterias en las vías respiratorias cosa que reduce el riesgo de resfriados, gripes y similares. Por supuesto, el ejercicio físico ayuda a reducir el estrés notablemente, que, como hemos comentado en el apartado anterior, es un factor de riesgo para una mayor vulnerabilidad.

Pero cuidado, un ejercicio extenuante y de manera repetida puede provocar lo contrario.

Tabaco y alcohol

No, no hay ninguna excusa para decir que el tabaco “puede o no” afectar al sistema inmune. Lo afecta negativamente siempre. El tabaquismo daña tanto a nuestro sistema respiratorio como digestivo facilitando infecciones y/o acelerando las que está en curso: disminuye la capacidad de eliminar partículas y microbios de nuestros pulmones, daña la mucosa, puede alterar el funcionamiento de nuestro esfínter esofágico, reduce la capacidad de los macrófagos y de las células inmunitarias en general.

De la misma forma, el alcohol es dañino pues afecta el recubrimiento interno del sistema digestivo, irritándolo y provocando pequeñas fisuras por donde pueden penetrar microorganismos patógenos. De la misma forma, la microbiota se ve afectada, de manera que el equilibrio de las bacterias intestinales se ve afectado y su función de barrera defensiva natural disminuye en gran medida. Los daños también pueden llegar al sistema respiratorio ya que el consumo de alcohol puede afectar los glóbulos blancos de la zona respiratoria y disminuir su eficacia.

No dudes en seguir leyendo artículos para tu salud como La microbiota y su relación con el cerebro.

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